Sobre mi...

    Me llamo Anabel, y por paradógico que pueda parecer, durante toda mi vida he  odiado el crochet. Mi abuela tejía constantemente y obligó a mis tías a aprender todo tipo de labores ("la época y eso"). Supongo que por rebeldía yo no quería ni oír hablar de esas cosas. Prefería ser una mujer de hoy día, independiente y moderna, con tiempo para nada y carreras a todas horas.

    Todo comenzó con algo tan actual como puede ser "EL PARO..." Siempre he trabajado en hostelería, y tras diez años en la misma empresa, "¡Oh, rarezas de la vida!, mi empresa va y cierra. No sé si os lo han comentado, pero el trabajo en hostelería es muy duro y sacrificado. Se echan muchas horas y los días de fiesta y las vacaciones se convierten en lo que se llama "temporada alta". Mi vida consistía en trabajar, trabajar y trabajar. Y así, de un día para otro, todo paró (nunca mejor dicho).


    Me quedé sin trabajo. De pronto el día tenía demasiadas horas y las semanas pasaban muy despacio. Empecé con lo típico: currículums para arriba, curriculums para abajo, llamadas a todo conocido o antiguo compañero... De rechazo en rechazo y de depresión en depresión.     No sabía qué hacer y decidí que tenía que ocupar el tiempo de alguna manera. Total, que después de varios cursos para desempleados con resultado cero en empleo, andaba un poco frustrada ("toma eufemismo al canto.."    Me gusta leer y aún más deambular por las librerías. Un mundo que tampoco conocía de pequeña y que me descubrió un gran amigo primero y el hombre de mi vida después. Y deambulando, deambulando encontré un libro que me llamó la atención. Era un curso de crochet, pero no como el  que hacían mis tías y mi abuela, ese de tapetes, paños y colchas. Vamos el de toda la vida, el de "funda de pastilla de jabón" (sin menospreciar, es todo un arte, que además me parece dificilísimo de realizar), pero esas artesanías no van conmigo. Pero en este libro que os comento todo eran propuestas más actuales, cuellos de bufanda, gorros, bolsos... Pero con lanas gruesas y agujas enormes; algo totalmente opuesto a los hilos finísimos y las agujas hiperdiminutas que siempre había visto. Y decidí probar. Con cada lección aprendías un punto y con él hacías un proyecto diferente. Me enganché de tal manera, que las horas pasaban sin darme cuenta. Era la primera vez en mi vida que disfrutaba con algo que no tuviese pantalla.    Llegaron las Navidades y entre mi pobre presupuesto y la afición que le había tomado al crochet, decidí regalar a todos mis familiares algo hecho por mí. Pero la sorpresa me la llevé yo, cuando mi novio me regaló un librito para hacer amigurumis. Y hete aquí, comenzó mi andadura por este mundo de lanas y agujas que hace que vuelva a disfrutar como cuando era una niña, como cuando jugaba, con un aliciente añadido: la satisfacción de crear algo con mis propias manos.     Y ahí ando, con mis muñecos y con este nuevo reto de tener un blog. Espero que lo que veais os guste y por favor no dudéis en comentarme lo que se os ocurra.     ¡Ah, y probad cosas nuevas!, aunque sean tan antiguas como el tejer...                                                                                       ¡¡¡Muchos besos!!! 


   
   

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias. Acabo de empezar con el Blog. Eres la primera persona que me hace un comentario, así que no lo olvidaré. Gracias, muchas, muchas gracias.

      Eliminar

Coméntame cualquier cosa que desees y no dudes en contarme tus ideas